Un nuevo estudio sugiere que el consumo de nueces —un alimento rico en ALA— podría contribuir a mejorar la atención sostenida y la inteligencia fluida, mientras disminuye los síntomas del TDAH en adolescentes.
El cerebro, constituido en un 50-60% por lípidos, contiene un 40% de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (PUFAs). Los tres tipos principales de omega-3 son: el ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido alfa-linolénico (ALA), siendo este último el precursor de los anteriores. Los ácidos grasos omega-3 son de suma importancia por ser componentes esenciales en la biotransformación de lípidos en los mamíferos.
El DHA representa más del 40 % del total de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 en el tejido neuronal, especialmente en la materia gris [2,3]. Es en las últimas etapas del embarazo y los primeros 18 meses de vida cuando el DHA se acumula rápidamente en el cerebro [1,3], siendo indispensable tanto en el desarrollo visual como en el crecimiento cognitivo [4] en fetos y recién nacidos.
La nutrición durante la infancia es particularmente importante, ya que el desarrollo cerebral es relativamente rápido y es, en éste período, cuando los nutrientes ayudan al cerebro a crear nuevas conexiones sinápticas durante los procesos de aprendizaje en la escuela y en el hogar [5]. Si bien los componentes estructurales del cerebro y los cimientos de los sistemas básicos de sensación y percepción están completamente desarrollados cuando los niños llegan a la edad de jardín de infantes, otros sistemas, como los relacionados con la memoria, la toma de decisiones y las emociones, continúan desarrollándose hasta bien entrada la infancia.
Se ha demostrado que el consumo de omega-3 mejora el aprendizaje, la capacidad de memoria, el bienestar cognitivo y el flujo sanguíneo en el cerebro. Si bien las terapias con suplementación de ácidos grasos omega-3 son beneficiosas, bien toleradas y de muy bajo riesgo [6], la mayoría de los investigadores sugieren que se fomente la ingesta de omega-3 de forma natural a través de alimentos como pescados grasos, nueces y semillas.
Las nueces y semillas, como la chía, se encuentran entre las fuentes más ricas del ácido alfa-linolénico (ALA), el precursor de EPA y DHA de cadena más larga [7,8]. Aunque existe controversia en que el ALA se convierte en menor proporción en EPA y DHA [9], estudios clínicos y en animales han demostrado que el ALA per se tiene efectos positivos en la función cerebral y plasticidad de la membrana cerebral [10,11].
Alimentos como las nueces y algunas semillas como la chía, además de omega-3, tienen un alto contenido de fibra, vitaminas, antioxidantes, minerales, fitoesteroles, polifenoles y otros compuestos bioactivos capaces de mejorar la salud del cerebro [12,13]. De hecho, se ha sugerido que sus componentes, en particular los polifenoles, actúan sinérgicamente con el ALA fomentando la salud cerebral [13].
Un reciente estudio, publicado en The Lancet, muestró una mejora en el desempeño de la atención y la inteligencia fluida, así como una reducción en los síntomas del TDAH en un grupo de adolescentes que incluyeron nueces, como fuente de ALA, en su dieta diaria (6).
Aunque la relación de los PUFAs en la dieta con el TDAH aún es controversial, muchos estudios han encontrado que las fracciones plasmáticas de PUFAs son más bajas en niños con TDAH. Además, varios ensayos han demostrado que, después de unas pocas semanas de suplementación con PUFAs, existe una respuesta positiva donde los síntomas del TDAH tienden a disminuir [14, 15]. Entre los síntomas del TDAH se incluye el deterioro del desarrollo de la atención en relación con los cambios cerebrales estructurales y funcionales, específicamente el déficit en la atención sostenida [14,15].
Los hallazgos del estudio pueden no solo ayudar a mejorar las recomendaciones dietéticas básicas para la población adolescente con el fin de garantizar una ingesta óptima de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 para un desarrollo cerebral saludable, sino tambiénw mostrar que el consumo regular de omega-3 ALA, por medio de la ingesta de nueces y semillas, puede afectar positivamente el desarrollo neuropsicológico de los adolescentes, particularmente en la atención y la inteligencia fluida, además de reducir los síntomas relacionados con el TDAH.
Aunque los resultados deben interpretarse con cautela, se observaron mejoras estadísticamente significativos en torno a algunos marcadores importantes del desarrollo neuropsicollógico en adolescentes que incluyeron nueces regularmente (> 3-4 porciones por semana). Esto se suma a la creciente evidencia sobre el posible impacto beneficioso de alimentos ricos en ALA omega-3 vegetal, como las nueces y las semillas de chía, en la función cognitiva a lo largo de toda la vida.
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Gharami K, Das M, Das S: Essential role of docosahexaenoic acid towards development of a smarter brain. Neurochem Int. 2015, 89:51-62. 10.1016/j.neuint.2015.08.014.